El día llegó y Graciela trató de preparar sus nervios para sobrevivir todo un fin de semana largo con todos los miembros más locos de su familia, y al llegar descubrió -para su desgracia- que su madre tenía razón y absolutamente todos habían ido: los primos: Susana, su marido, los tres chicos; Mariana y “El Tano”; Federico y su mujer -con la panzota-; Fernando y su novia. Los tíos: Marta y Pepe, y Francisco y Ángela. Las tías de la mamá de Graciela: Lola y Rosa, y los tíos del papá: Roberto y Josefina, y el pobre solterón, Domingo, uno de los pocos personajes que parecía estar siempre de buen humor en ese lugar.
Así que, como siempre, Graciela fue a su cuarto, guardó silencio durante un par de horas -que pasó leyendo un antiguo libro que había descubierto bajo la cama- y luego, cuando ya todos estaban aparentemente dormidos, salió de su cuarto sigilosamente, con la esperanza de alcanzar las escaleras sin ser vista. El corredor estaba a media luz, de modo que si alguien salía de su cuarto la vería sin dudarlo. Lentamente fue acercándose al pasamanos y dio pasos suaves pero seguros, escaleras abajo. Finalmente llegó al último escalón, ahora ya nadie podía verla. El living y el comedor estaban completamente oscuros, sólo había una pequeña lucecita que venía desde la cocina. Podía ser cualquier cosa: una luz que dejaron prendida toda la noche, alguien que seguía lavando los platos, ladrones… y la lista seguía. No se preocupó demasiado, ya estaba feliz con haber llegado a la planta baja sin ser descubierta. Ya le había pasado antes: hacía un par de años atrás se había encontrado a la tía Lola y la tía Rosa que iban a dar un paseo nocturno al Bingo...
-¿Qué hacen despiertas a esta hora?- Había sido lo único que se le había ocurrido a Graciela en ese momento.
-¡Pero si aún no es media noche! Dijo Lola con tono de sorpresa
-Sí, pero todos siempre se van a dormir temprano aquí
-¡Mentira, cariño! Todos se van a sus cuartos temprano- dijo Rosa
-Claro… todos encuentran algo que hacer puertas adentro
-Tu padre mira los canales de compras por televisión, por ejemplo
-Bueno, bueno… yo sólo iba a tomar un café
-¿Con tu amante?- preguntó Lola
-Sabes que a nosotras puedes contarnos todo- agregó Rosa
-Ni siquiera tengo marido ¿cómo se supone que tenga un amante?- dijo Graciela riéndose.
-Entonces… ¿tienes un novio secreto?
-No, lo siento, no tengo nada emocionante que decirles… si quieren les invento algo
-No, querida, así está bien… - dijo Rosa
-Bueno, quizás conozcas a alguien esta noche- agregó Lola
-Lo dudo, he ido a ese lugar muchísimas de veces y siempre estoy yo sola
-Búscate otro lugar entonces, cariño- dijo Lola antes de irse
-Adiós niña, se nos hace tarde- agregó Rosa.
lunes, 21 de junio de 2010
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