Por otro lado estaban sus primos: Federico y Fernando, con quienes disfrutaba más conversando que con cualquier otro miembro de la familia. Federico era el hermano menor de Susana -tenía treinta y seis- y siempre había sido el niño perfecto de la familia pero, en contraste con su hermana y su otra prima, él jamás exageraba sus logros ni agrandaba las cosas para hacer sentir mal a los demás, y menos a Graciela que, según él, era su prima favorita. El niño perfecto era doctor y había conseguido la dirección de un hospital a la temprana edad de treinta y cuatro. A los treinta y dos se había casado con una chica que conocía desde sus días de secundaria y ahora estaba en la cuenta regresiva para convertirse en padre por primera vez.
El otro primo era Fernando, hermano mayor de Mariana. Tenía treinta y seis (igual que Federico) pero siempre había sido la oveja negra - se decía que Mariana había seguido sus consejos cuando se escapó a Italia- Él jamás dejó a escuela pero, en un principio, tampoco la terminó: había desaprobado tantas materias, que jamás le dieron el título. A los diecinueve años sus padres lo obligaron a rendir las materias que debía y entrar en la Facultad de Derecho, pero él sólo fue tres meses y no asistió a más de diez clases. Entonces se decidió por seguir su vocación musical y formó una banda de Rock Alternativo con sus antiguos compañeros de secundaria. Si bien toda la familia lo consideraba una mancha, tanto Federico como Graciela, sus amigos y su novia - una chica muy bonita de la que había estado enamorado desde los cinco años- creían que era, probablemente, la mejor persona que habían conocido. Y él se esforzaba para mantener esa idea en la gente: siempre que uno necesitaba ayuda él sería el primero en aparecer dispuesto a hacer lo que fuera necesario. Pero bueno, si bien Fernando y Federico eran una gran compañía y a ella le encantaba encontrarlos de cuando en cuando y tener largas y tendidas conversaciones, Graciela ya se había cansado de aquellas reuniones y hacía años que sólo iba para complacer a su padre, que no hacía otra cosa más que preguntarle cuándo iba a casarse y darle nietos.
Para sumarle un atractivo más al fin de semana de los Sicilianni, iban las tías de sus padres, que no hacían otra cosa más que criticar a todos los presentes ...
sábado, 19 de junio de 2010
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