martes, 15 de junio de 2010

18:55 - Parte II

Volvió a darse media vuelta en la cama. Las piernas le pesaban demasiado. Sintió frío y se tapó con una manta que tenía en un rincón. La gotera la había mojado. La echó a un lado y se tapó con su saco de lana. Cerró los ojos. Imágenes extrañas volvieron a cruzar su mente. Un hombre solitario, de barba casi blanca y con algunos pelos canosos abría la puerta de una casa. La casa estaba completamente vacía. Sólo dos sillas, una mesa y una cama. Sobre la mesa había medio pan. Mordía el medio pan y estaba húmedo, completamente mojado, más bien. Comenzaba a gritar un nombre, pero no estaba seguro cuál.
Despertó y automáticamente se sentó en la cama pensando “GRACIELA”. Confundido, trató de pensar si tenía relación con el día en que su mujer lo había dejado pero, de un momento a otro, como si alguien hubiera instalado la idea en su cabeza, se dio cuenta que no era una imagen del pasado. “Es el futuro”, se dijo a sí mismo a los gritos. Volvió a recostarse. Notó que toda la cama estaba empapada, la gotera era cada vez más grande. Se levantó, comenzó a dar neuróticos paseos por su cuarto de una punta a la otra, casi como un loco. Dio un par de golpes a la pared, en más de una oportunidad. Se acostó en un rincón del cuarto, apoyando la cabeza en la panza de su perro viejo. El perro se quejó. Se dio vuelta como si siguiera en la cama. El perro emitió un ladrido ronco. Él sólo quería dormir. Decido, se paró, caminó hasta el gastado escritorio. Sacudió uno de los cajones hasta que logró abrirlo. Buscó entre papeles hasta que finalmente halló lo que buscaba. Un pequeño frasco transparente que contenía la respuesta a todos sus problemas ...

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