¿Y qué se supone que haga?
-Sólo mira el horizonte
Dos horas más tarde, la tormenta era una gloriosa explosión de colores y de un momento a otro Graciela creyó ver un reflejo en el horizonte.
-¡¿Lo viste?!- Exclamó Manuel
-¿Seguro que no fue un rayo?
-¡No, es la balsa!- gritó al tiempo que se ponía de pie y corría por el pasillo oscuro. Graciela no tuvo más opción que seguirlo y en menos de dos minutos estuvieron en la arena, bajo la lluvia.
-¿A dónde vamos?- gritó Graciela
-¡Espera y verás!- Respondió Manuel, mientras daba la vuelta al faro corriendo.
Del otro lado Graciela descubrió que había, en un pequeñísimo muelle, un botecito con un hombre esperándolos.
-¿Qué piensas hacer?
-¡Vamos tras la balsa de oro! ¿Vienes conmigo, no?
Graciela no respondió nada, Manuel sólo la ayudó a meterse al bote, sin perder un minuto más.
-¡Ya lo he hecho antes!... ¡Pero esta vez la atraparé!- dijo más que entusiasmado, Manuel.
Un hombre los estaba esperando en el bote. Comenzó a remar y en menos de cinco minutos estaban en el medio del mar y,
viernes, 16 de julio de 2010
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