viernes, 30 de julio de 2010

La Balsa De Oro: FINAL

con la bruma que generaba la tormenta, lo único que se distinguía con claridad era la luz del faro.


-Necesitaré que remes... sólo no puedo- dijo el hombre mirando a Manuel. En ese momento Graciela reconoció a Hernán.

Entre los dos remaban al doble de velocidad y Graciela creyó que jamás volvería a tierra firme. Las olas los envolvían constantemente y la tormenta parecía cada vez más fuerte. En el medio de las olas, distante hacia una diagonal, Graciela creyó ver lo que tanto buscaban, y un fuerte escalofrío le recorrió el cuerpo.

-¡Hacia la derecha, muchachos!- dijo Graciela dudando de lo que acababa de ver.

Los dos hermanos comenzaron a remar alimentando excesivamente sus esfuerzos y en un momento se vieron envueltos en olas gigantescas.

-¡Allí está! ¡La veo, la veo!- gritaba Manuel con una sonrisa en el rostro.

Hernán comenzó a remar rápidamente, para así acercarse lo suficiente gritó: ¡Salten!

Manuel fue el primero en poner un pie en aquella leyenda flotante y luego hizo una seña, indicándole a Graciela que saltara con él. Ambos se encontraban ya en la balsa cuando llegó el turno de Hernán y, entre las olas cada vez más revueltas, las balsas comenzaron a separarse. La tormenta era cada vez más intensa y mientras Manuel se estiró para sujetar a Hernán, tanto la balsa como el pequeño bote se dieron vuelta arrojando a los tres al agua, sin darle chance a ninguno de aferrarse a algo. Los tres se hundieron rápidamente y quedaron dramáticamente separados por las olas.

Lo próximo que reconocieron fue la terraza del bar, porque poco después de que cayeron al agua, los tres perdieron el conocimiento mientras intentaban, inútilmente, nada hasta la orilla...

-¿Qué pasó?- Fue lo primero que preguntó Hernán al despertar en el piso

-¿Dónde estoy?- dijo a su vez Graciela sin poder reconocer el lugar.

Manuel aún yacía inconsciente en el piso.

-Luego de que su hermano lo vino a buscar todos los que estábamos en el bar salimos a la terraza a ver qué pasaba- dijo un hombre de la multitud.

-¿Vieron todo lo que pasó?- Intervino Graciela

-Sí, vimos que habían caído al agua y fuimos a buscarlos.

-¿Quién nos sacó del agua?- preguntó Hernán

-No hizo falta; las olas los arrojaron a las rocas.

-¡¡LA BALSA!!- gritó Manuel, incorporándose del piso y asomándose por la terraza para ver el mar.

-No querrán saber lo que le pasó a la balsa...

-¿Lo mismo que hace 200 años?

-Exactamente lo mismo... desapareció luego de la tormenta.

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