martes, 29 de noviembre de 2011

Conversando en familia



            En el colegio me enseñaron que las mascotas no hablan, pero ¡están todos equivocados!
            Cuando tenía tres años papá me regaló mi primer perrito: era un labrador chiquitito, chiquitito como yo... tomaba lechita y comía alimento que mamá le compraba especialmente en la veterinaria. Cada dos semanas más o menos venía un cochecito y lo llevaba para que le dieran un buen baño (que falta le hacía) y cuando era necesario le cortaban el pelito y las uñitas para que no se lastimara (ni me lastimara a mí o a mi hermanito). Pero Llorón, mi perrito, empezó a crecer muy rápido. La veterinaria decía que era lo normal, pero para mí mamá se equivocó de alimento y compró uno con multi-vitaminas y súper-cositas que lo hizo crecer re-contra-súper-rápido... y en menos de un año ya era un perrazo grandote que corría por toda la casa con la lengua afuera. Pero ese no fue el único efecto del alimento secreto que compró mamá "por error". Digo "por error" porque se supone que todo fue sin querer, pero yo me acuerdo perfectamente que mis papás me dijeron "tu perrito va a ser especial" antes de que viniera a casa. Yo pensé que me lo decían para que me pusiera contento, como hacen todos los papás, pero después entendí por qué me lo dijeron... La cosa fue que ese alimento extraño hizo que Llorón empezara a ladrar mucho más rápido que los perritos de mis amigos. Empezó mirándome con cara tristona cuando se escuchaban cohetes y de a poquito empezó a hacer ruiditos suavecitos para hacerse entender... hasta que un día... ¡Sí! ¡Empezó a hablar! Por ahora sólo me dice "guuuau" y "guau- guau" pero a veces también dice "guuuuuuauu" así que estoy seguro de que dentro de poquito ya va a decir mi nombre, como hizo mi hermanito: que empezó diciendo "mamá" y "papá" y ahora ya me dice "nene", cuando quiere jugar conmigo.
            Elegante hizo algo muy parecido, me parece que Mati, mi hermanito, le dio un poquito de la comida de Llorón sin darse cuenta. Elegante es el gatito de Mati, pero como él es chiquito lo cuidamos mamá, papá y yo, que ya somos grandes. Su historia es muy distinta de la de Llorón, porque nadie esperaba que él fuera "especial" como mi perrito. Un día, mi hermanito estaba jugando con Elegante y como es chiquitito y no sabe le puso comidita de Llorón en su platito, y entonces... ¡ELEGANTE EMPEZÓ A HACER "MIIIAAUUU"! Yo creo que dice eso porque debe ser de Francia o de por ahí, ¿viste que ellos hablan raro?, bueno Elegante habla parecido a ellos.
            Con Choricito pasó algo parecido... Choricito es el hámster de papá, que vive en una cajita que es su casita, y tiene una ruedita para correr y que no se ponga gordito, y tiene aserrín y esas cosas que se le ponen a los hámsteres en sus casitas. Es un bichito muy feliz y está mega-contento de vivir con una familia tan cariñosa... Fue lo primero que me dijo. Esta vez la culpa fue mía, y se lo dije yo mismo a mamá y a papá, porque soy un chico valiente. Sin darme cuenta dejé abierta la puertita de su casa después de jugar un rato y pasó todo un día corriendo por la casa sin que lo pudiéramos encontrar. Mati no paraba de llorar, mamá decía que eso era algo muy sucio porque podía "hacer caquita por cualquier lado" y papá pidió que lo llamáramos al trabajo para avisarle cuando lo hubiéramos encontrado... pero lo interesante de esta situación es en dónde lo encontramos finalmente... ¡EN EL TACHITO DE LA COMIDA DE LLORÓN! y sí, con ese olorcito tan rico seguro probó un poquito y no pudo parar... y ahora hace "mchh, mchhh" o algo así, como si tirara besitos al aire, algo parecido a lo que hacía Mati antes de empezar a hablar para decirle a mamá que quería su mamadera. Parece que a Choricito le está costando un poquito más que a Llorón y a Elegante pero ya saben como es esto, a unos les lleva más, a otros menos pero todos terminan hablando.
            El caso que sí fue diferente fue el de Pepita. Ella es la lorita de mamá, pero ella no comió alimento súper- mega- raro, ni suyo ni de Llorón. ¡Ella empezó a imitarnos! Mamá decía "¡Tomá la sopa o no comés postre!", y Pepita me miraba y decía "la sopaaa, la sopaaa"... como retándome. Mamá decía "Ordená tu cuarto" y ella me repetía "tu cuaaarto, tu cuaaarto"... Y cada vez aprende y repite más palabritas... y un par de palabrotas también, pero seguro no sabe lo que quieren decir, como pasaba con Mati cuando repetía cosas de la tele.
            No hace falta conocernos demasiado para ver que mi familia es extra- archi- preciosa, ¿no les parece?

lunes, 21 de noviembre de 2011

Costa Azul

Pintado entre junio y julio de 2010

Imaginación

Pintado entre mayo y junio de 2010

Durdle Door

Pintado entre febreo y marzo de 2010

Primer Óleo - Paisaje

Pintado en diciembre de 2008

Otoño

Pintado en julio de 2009

Holanda

Pintado entre diciembre de 2009 y enero de 2010

Flores

Pientado entre agosto- noviembre de 2011

lunes, 14 de noviembre de 2011

Para querer al hermanito

    -¡MAMAAAÁ!- llamó a los gritos Juampi
    -¿Qué pasa Juampi?- respondió mamá, dejando de mirar las papas que cortaba para ver el camioncito de bomberos que su hijo mayor tenía en las manos. Y no es que el camión fuera tan grande que no entrara en una sola mano, es que Santi, el hermanito de Juampi, no sabía cómo usarlo y lo había estrellado contra la pared, rompiéndolo en varias partes.
    -¿Para qué quiero un camión de bomberos que no tiene vidrios, ni escalera, ni manguera...- y Juampi seguía nombrando todo lo que le faltaba a su camioncito mientras que de sus ojitos empezaban a escaparse lagrimitas.
    Mamá agarró el camioncito rojo, lo examinó y decidió que lo mejor sería dárselo a papá cuando volviera del trabajo: él lo repararía con alguna de sus herramientas especiales.
    -Ahora acercate a tu hermanito y decile que lo perdonás, él no se dio cuenta, ¿sabés?- dijo mamá.
    Pero eso no fue lo que hizo Juampi. Juampi se acercó a la cuna donde mamá había acostado a Santi y, furioso le gritó:
    -¡Estoy cansado de que rompas todos mis juguetes! ¡Sos el peor hermano chiquito del mundo! Me cansé, a partir de ahora no sos más mi hermanito, voy a buscar otro mejor.
    -¡Juampi! ¿Cómo vas a decirle eso a tu hermano?- dijo mamá enojada, pero no más enojada que Juampi.
    -Si total, "él no se dio cuenta, ¿sabés?"- respondió Juampi mientras salía corriendo al patio de atrás -¡Me fui a buscar otro hermanito!- gritaba.
    En ese momento Santi se puso a llorar porque, aunque no supiera jugar con un camioncito de bomberos, sí se daba cuenta de que su hermano estaba enojado con él.
    Mamá tomó a Santi en brazos, intentando calmarlo, mientras se asomaba por la ventana de la cocina viendo qué hacía Juampi.
    Lo primero que vio fue a Juampi hablando con un caracol. Era muy chiquito, de su cabeza salían dos antenitas y se movía muy despacito en la hoja de un malvón. En voz baja, Juampi contaba su historia al caracol, que parecía escucharlo con atención. Cuando terminó su relato, Juampi miró detenidamente al caracol y le dijo: -¿Querés ser mi hermanito?- y se quedó esperando. Como el caracol es un animalito, y los animalitos no hablan, el caracol no dijo ni una sola palabra. -No importa, ¡vas a ser mi hermanito igual!
    Entonces Juampi se acercó al pequeño bichito y trató de jugar con él... pero el caracol era demasiado lento y era muy aburrido tratar de hacer algo juntos. -¡Sos peor hermano que Santi!- gritó, y se fue corriendo a la otra punta del patio, en donde encontró una mariposa, muy colorida y simpática, perfecta para jugar.
    -Hola mariposa, mi hermanito me rompe los juguetes, ¿querés ser mi nueva hermanita? La mariposa tampoco contestó nada, pero sin embargo Juampi trató de jugar con ella también. Esta vez la mariposa era divertida, pero volaba demasiado rápido y las piernitas del pequeño no hacían a tiempo a correr con tanta velocidad. -¡Sos demasiado divertida para mí, Mariposa!- dijo, desalentado.
    Justo en ese instante el gatito de su vecina pasó frente a sus ojos. Era todo blanquito y tenía las orejitas color café. Pero cuando se acercó para contarle su historia, no pudo pasar más de dos minutos a su lado porque comenzó a estornudar sin parar. - Alejate, gatito, me das alergia- dijo Juampi yendo hacia un rincón, creyendo que tendría que jugar solo el resto de su vida... hasta que vio cómo dos pajaritos chiquitos se peleaban por una lombriz, pero a la hora de jugar se dieron cuenta de que era mejor si jugaban juntitos.
    -¡Santi, Santi!- gritaba Juampi corriendo camino al cuarto de su hermanito.
    La mamá lo siguió en silencio y desde la puerta lo oyó decir: -Disculpame, Santi, sos el mejor hermanito y aunque me rompas todos los juguetes y no me dejes dormir de noche, siempre vas a ser el mejor hermanito, porque... ¡porque sos mi hermanito!

Las manchitas de Lulú

   Sofi pasaba todas las tardes en la casa de sus abuelitos, hasta que mamá y papá volvieran del trabajo y la llevaran a casa con ellos. Aquel mediodía cuando el abuelo Pepe, con su bastón de madera, la fue a buscar al colegio le advirtió que la abuela tenía una sorpresa para ella. "¡La abue tiene una sorpresa! ¡La abue tiene una sorpresa!", gritó Sofi todo el camino hasta la casa de sus abuelos. Al llegar encontró a la abuela Susana, gordita y de pelo blanco, con su perra Rita y un montón de perritos a su alrededor. No hizo falta que nadie le explicara nada, Sofi ya sabía que Rita estaba embarazada y en cualquier momento iba a tener cachorritos, pero no esperaba que fuera ese día.
    No hizo más que ver a los perritos que salió corriendo a jugar con ellos.
    -Primero dale un besito a tu abuela- dijo la señora.
    Sofi salió corriendo y dio un gran besote en la mejilla suavecita de la abuelita.
    -Tenés olor a... a... ¡alfajorcitos!- dijo la niña.
    -Pero... ¡estos alfajorcitos que no pueden permanecer en secreto hasta la hora de la merienda!- contestó el abuelo moviendo la cabeza de un lado a otro.
    La niña comenzó a reírse, sabiendo que a la hora de tomar la leche tendría alfajorcitos de chocolate caseros como a ella le gustaba. Pero entonces se dio cuenta de algo: Rita era dálmata y el papá de los perritos también pero los perritos... ¡no tenían manchitas negras!
    -Eso es porque... -comenzó a decir el abuelo
    -Dejá que lo descubra solita, Pepe- intervino la mujer
    -Antes que nada, tenés que saber que solo nos quedaremos con un perrito, los demás los van a venir a buscar de una veterinaria en donde van a cuidarlos mejor- explicó el abuelito
    -¿Por qué no elegís uno y le ponés nombre?- agregó la abuela
    -Mmmm... ¡Me gusta esta! Y se va a llamar Lulú... pero ahora déjenme ver cómo le salen las manchitas a los perritos.- Y Sofi se sentó cerca de los perritos a esperar que les salieran las manchitas. Pero como era una nena impaciente pensó que tenía que darle una manito a las manchitas para que aparecieran más rápido. "¿Qué puedo hacer? pensaba Sofi sentadita en el sillón. Entonces se le ocurrió una idea, se acercó a los perritos y agarró a Lulú y empezó a ponerle las manitos por todo el lomito... "¡Seguro que si acaricio el lugar indicado aparecen todas las manchitas!" pero por mucho que Sofi acarició al perrito las manchitas no aparecieron.
    Siguió pensando en silencio durante el almuerzo hasta que se le ocurrió pedirle a la abuelita sus crayones y hojas de papel después de comer.
    -¿Vas a hacer un cuadrito?- preguntó la ancianita   
    -No, abue- contestó la nena mientras llevaba las cosas a la mesa. Agarró los papeles y, con ayuda del abuelito, les dio forma de manchitas y los pintó de negro. Con cinta, se prendió las manchitas a su ropita y comenzó a actuar como un perrito frente a Lulú. "¡A ver si las manchitas me ven y se dan cuenta que tienen que salir!" Pero por mucho que Sofi corriera con sus manchitas frente a la perrita, Lulú seguía completamente blanquita.
    Entonces llegó la hora de tomar la leche y vino la abuela con la bandeja llena de alfajorcitos, pero Sofi estaba muy seria.
    -¡Abuelito!, ya estoy cansada... ¿Lulú no va a tener nunca manchitas?
    -Sí, nena... las manchitas van a aparecer cuando Lulú sea más grande- le explicó.
    -¿De verdad?, ¿y no sirve de nada que me ponga manchitas yo también, o que los acaricie, o que...?
    -No, princesita... tenés que ser paciente y esperar.

    Sofi siguió yendo como siempre a la casa de sus abuelitos todos los días. Almorzaba con los abuelitos y después jugaba con Lulú, sin recordar ya de que ella no tenía manchitas aún. Hasta que un día le dijo al abuelito:
    -Abue, Lulú tiene un lunarcito nuevo en el cuellito, ¿viste?
    -No Sofi, eso no es un lunarcito... ¡es su primer manchita!- dijo, tomando su bastoncito de madera y acercándose a la perrita, mientras Sofi fue corriendo a contarle la noticia a su abuelita.

¡Quiero ser perrito!

- ¡Mamá!, estoy aburrido ¿qué puedo hacer?
- Dibujá
- ¡Ya dibujé una vaquita!, decime otra cosa
- Pintá con el librito para colorear
- ¡Es lo mismo que dibujar pero sin hacer las líneas!, decime otra cosa
- ¿Por qué no va a andar en bici al patio?
- ¡No tengo ganas de caerme y rasparme los coditos como ayer!, decime otra cosa
- ¿Por qué no vas a ver qué está haciendo tu hermano, Fede?
- ¡Ya vengo!
    Y Fede fue corriendo al cuarto de su hermano mayor, a ver qué estaba haciendo, pero muy pronto volvió a la cocina, donde estaba la mamá.
- Está haciendo la tarea, mami
- Vamos a tener que pensar otra cosa entonces
- ¡No!, yo quiero hacer la tarea como mi hermano... ¡Es aburrido ser chiquito!, ¡yo quiero ser grande, mamá!
- ¡Ya sé qué podés hacer, Fede!, pensá qué querés ser cuando seas grande...
- ¡Tenés razón, mami!- dijo el pequeño, mientras le daba un besito a su mamá y salía corriendo al patio trasero.
    Allí encontró a sus dos perritos, una perra grande y un perrito chiquitito. Se acercó al chiquitito y empezaron a correr juntos y a jugar por aquí y por allá.
- ¡Mamá, mamá! ¡Quiero ser perrito!, ¿me ayudás?
- ¿Qué pasa, Fede?- dijo la mamá que estaba ayudando al hermano mayor con la tarea.
- ¡Vení, mirá: es muy lindo el perrito Pedrito, yo de grande quiero ser como él!
- A ver, mostrame... pero igual vos ya sos un nene, Fede, no podés ser perrito también.
    Aunque la mamá ya sabía que Fede no podría ser perrito, lo acompañó al patio igual para ver cómo jugaba con Pedrito.
- ¿Ves mami qué lindo que es?
- Sí Fede pero vos no podés ser perrito... -estaba explicándole su mamá cuando se dio cuenta de que algo le sucedía a la perrita más grande.
- Fede, ¿la perra ya estaba así cuando saliste hace un rato?
- Sí, mami... me parece que le duele la pancita
- No sé Fede qué le duele, pero no se siente bien... levémoslo al veterinario
- No mami, mejor dejame que me fije si puedo ayudarlo y si no mejora lo llevamos... ¿Puedo?
- Está bien Fede, pero no le des nada raro a ver si le hace peor
- ¡No quiero que se sienta peor!- dijo Fede, triste
    Entonces mamá volvió a entrar y Fede le dio un poquito de agua y muchos mimitos a la perra. Hasta que un rato más tarde creyó haberse dado cuenta de lo que pasaba...
- ¡Mamiiiii! ¡Hay que llevar a la perra urgente al doctor de perritos!
- ¿Por qué?, ¿le pasó algo?- dijo la mamá
- No, pero creo que está embarazada y va a tener perritos
    La mamá creyó que no podía ser eso porque no se le notaba la barriguita, pero de todas formas subió a la perrita a la camioneta y la llevó al veterinario.
- ¡Me parece que tiene la panza llena de perritos!- dijo Fede al veterinario cuando le preguntó por qué la habían llevado.
    El veterinario dijo que era posible pero que tendría que tener más fanza y se la llevó al consultorio para revisarla.
    Fede y su mamá estaa esperando afuera, nerviosos y agarrados de las manitos, con miedo de recibir malas noticias. Pero de repente salió el médico con una gran sonrisa diciéndoles que Fede tenía razón y la perrita estaba embarazada pero era tan reciente que los cachorritos eran aún demasiado pequeños como para hincharle la pancita.
- Tienen que seguir trayéndola para que la revise, pero se encuentra muy bien... es normal que esté decaída al princio. ¡Buen trabajo pequeño!- dijo dándole la mano a Fede.
    Volvieron a csa con la perrita y cuando papá volvió del trabajo Fede le contó las aventuras del día.
- ...¡Y ahora ya sé qué quiero ser cuando sea grande!
- ¿Qué Fede?
- ¡Doctor de perritos!